Actividad física mejora el desarrollo motor en niños con TEA

Ausentarse de la clase de educación física puede generar retrocesos en los niños con TEA. El académico de la U. San Sebastián y presidente de la FeSAFA, Cristián Luarte, explica las razones.

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La prevalencia de niños con Trastornos de Espectro Autista (TEA) ha aumentado considerablemente durante los últimos 30 años. Las cifras indican que 1 de cada 160 niños presenta este problema, lo que se refleja en los establecimientos educacionales, siendo un desafío importante para los profesores en la elaboración y ejecución de sus clases.

En el caso de la educación física, el desafío es mayor, debido al alto ausentismo a estas clases por parte de los niños con TEA y otros síndromes neurológicos, lo que repercute negativamente en su desarrollo motor.

Cristian Luarte USS_150x150“Se ha evidenciado que aquellos estudiantes con TEA que no participan en educación física, deterioran su progreso motriz y no desarrollan ciertas habilidades básicas necesarias para la vida”, asegura Cristian Luarte, doctor en Educación Física y director del Magíster en Actividad Física y Deporte Adaptado de la Universidad San Sebastián.

En efecto, una investigación de revisión bibliográfica publicada por Luarte en la Revista Peruana de Ciencia de la Actividad Física y el Deporte, concluye que la baja participación de los niños con TEA en educación física conlleva un nivel de desarrollo motor disminuido en comparación a los niños con desarrollo normotípico, además de favorecer a una mayor inactividad física y un estilo de vida sedentario, lo que puede llevar a problemas crónicos de salud, como obesidad, diabetes o hipertensión precoz.

“Es responsabilidad tanto del colegio, como de los padres, que los niños participen en programas de actividad física y deporte adaptado a sus capacidades en educación física. Mientras que los profesores deben formarse y prepararse para fomentar el desarrollo inclusivo de sus alumnos”, dice Luarte. Para ello, es fundamental que una vez hayan aparecido ciertas características propias del TEA, se realice una intervención temprana que pueda limitar los efectos negativos del trastorno.

Habilidades motrices en niños con TEA

Entre los 5 y los 12 años se desarrollan algunas habilidades motrices acompañadas de factores motores y cualidades biocinéticas: la agilidad, flexibilidad, precisión, equilibrio, fuerza muscular, resistencia y velocidad. Por eso, “es importante abordar el desarrollo motor grueso de los niños, fortaleciendo habilidades básicas como: correr, saltar, trepar, lanzar, graduando las habilidades en función de la gravedad del trastorno neurológico y focalizando la atención de forma analítica en algunos movimientos”, indica el académico y presidente de la Federación Sudamericana de Actividad Física Adaptada (FeSAFA).

En la medida que aumenta su desarrollo, explica Luarte, se van refinando los movimientos y se pasa de una coordinación motriz gruesa a una más fina, como la coordinación óculo manual (pasar un hilo en el orificio de una aguja) u óculo pedal (como subir escaleras alternando piernas o conducir una pelota).

Cuando no hay un desarrollo adecuado de habilidades motoras gruesas, no podemos pedir que exista una coordinación motriz fina. Por eso, necesitamos incentivar a los niños con TEA y otros trastornos neurológicos a la práctica de actividad física y del deporte, con los estímulos adecuados a través del juego posible con intencionalidad, lo que podría fortalecer también sus habilidades de comunicación e incluso sus capacidades socioemocionales”, señala el docente.

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