Una de las premisas del Poder Legislativo es la elección de representantes, como una forma de asegurar la representación de toda la ciudadanía.
El Legislativo es el poder del Estado con más antigüedad. Historiadores señalan que los primeros antecedentes de un Congreso o Parlamento datan de las reuniones en el ágora de las polis griegas unos 5.000 años A.C. Pero, sus mayores antepasados son el Senado y Tribuno de la Plebe de Roma. Estas instituciones fueron fundamentales para profundizar la participación de los miembros de la sociedad y para que pudieran defenderse o no verse sobrepasados por la jerarquía romana.
Sin embargo, el Poder Legislativo se convirtió en lo que conocemos hoy cuando Montesquieu propuso la separación de poderes como respuesta al absolutismo monárquico. Este pensador francés, traumado por los abusos de poder, creía que quien creaba las leyes debía ser distinto de quien las tuviera que aplicar y de quien juzgaba su aplicación. Así se lograba un balance de fuerzas. Ante eso, propuso asignar la función legislativa al Congreso.
La razón se basaba en los ideales de otro gran pensador francés, Rousseau. Él dijo en “El contrato social” que los ciudadanos participando en la toma de decisiones crean la “voluntad general”, que, con respeto a las minorías, es la fuerza que permite a los ciudadanos autogobernarnos, sin depender de un poder absoluto.
Por su larga historia siendo un órgano colegiado y que representaba los intereses de los ciudadanos comunes, el Parlamento fue la obvia decisión para convertirse en el órgano legislativo del Estado moderno, más aún si es imposible que todos los ciudadanos participen en la creación de leyes. Por eso, una de las premisas de los poderes legislativos es la elección de representantes, como una forma de asegurar la representación de toda la ciudadanía. Hoy, el Poder Legislativo sigue siendo el órgano encargado de crear y debatir las leyes.
El Poder Legislativo es una institución fundamental para la convivencia social y para tener reglas del juego que nos representen a todos.
En nuestro caso, contamos con un congreso bicameral que toma su inspiración en su antecesor romano, buscando que las dos cámaras representen intereses distintos y cumplan no solo con el rol de revisor de lo que emana de la otra cámara, sino también la Constitución asigna funciones específicas a cada una de ellas.
Si bien, según su más reciente concepción, los diputados representan a las personas y los senadores a los territorios, lo que más los diferencia son sus funciones específicas y características. La Cámara de Diputados está compuesta por 155 integrantes; su función, aparte del aprobar, ratificar y crear leyes, es ser un órgano de fiscalización política. Por eso las acusaciones constitucionales comienzan siempre por esta cámara.
En tanto, el Senado está compuesto por 43 miembros, quienes no solo duran 4 años más que los diputados, sino que tienen como función exclusiva ratificar nombramientos del Presidente de la República o incluso aprobar o destinar la acusación constitucional cuando es aprobada por los diputados.
El Poder Legislativo es una institución fundamental para la convivencia social y para tener reglas del juego que nos representen a todos. Por ende, es importantísimo buscar a las personas más idóneas para representarnos en un organismo tan relevante.
Lucas Serrano Barraza
Director de Administración Pública Advance
Universidad San Sebastián, sede Concepción