“Los cánceres aparecen de un minuto a otro. Entonces la mamografía debe ser anual para detectarlos precozmente”, explica Badir Chahuán, especialista en cirugía oncológica y director del programa de subespecialización médica en Mastología de la U. San Sebastián y la Fundación Arturo López Pérez (FALP).
El cáncer de mama es el crecimiento anormal y desordenado de células de los tejidos que conforman la mama y que tiene la capacidad de diseminarse en el organismo. Y, si antes de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo consideraba uno de los principales problemas de salud pública en el mundo, ya que en los últimos 25 años se duplicó el número de casos nuevos anuales, tras el fin del confinamiento la situación empeoró.
Es el primer cáncer que más mujeres mata en nuestro país y en el mundo. “Cada tres horas, una mujer es diagnosticada con esta enfermedad, la mayoría mujeres sin antecedentes familiares y cuya edad más frecuente de aparición en la población chilena es entre 45 y 65 años”, contextualiza Lissette Villanueva, académica de Obstetricia USS.
Además, con el encierro por pandemia se estima que en algunos años aumentará la mortalidad “debido al atraso en los diagnósticos. Al diagnosticar los cánceres de mama en etapas más avanzadas, la mortalidad lamentablemente aumentará”, proyecta el doctor Chahuán.
Por todo lo descrito, la urgencia es que todas las mujeres a partir de los 40 años se realicen una mamografía una vez al año, porque es el único examen que permite ver las microcalcificaciones, es decir, aquellas lesiones que aparecen antes que sean palpables, es decir, antes que aparezcan los síntomas.
El cáncer de mama tiene método de diagnóstico precoz, entonces debiese estar lejos de ser la primera causa de mortalidad y se sigue pesquisando tardíamente o en estadios avanzados. Lo que se explica porque a nivel estatal solo están cubiertas las mamografías cada tres años a partir de los 50 años y eso no basta a juicio de los expertos. “Las recomendaciones internacionales hablan de una mamografía al año desde los 40 años, con un seguimiento anual y estricto y se ha visto que la mortalidad por cáncer de mama disminuye un 16% en pacientes entre 40 y 50 años; y un 30% en aquellas mayores de 50 años”, recalca Chahuán.
Conscientes de este problema de salud pública, la USS y la Fundación Arturo López Pérez iniciaron este año el programa de sub – especialidad de cirugía mamaria y Martín Rivas es el primer becado, quien valora la formación recibida en la USS para enfrentar el desafío de esta especialidad. “El programa es súper bueno”, dice. En este centro se atienden alrededor de 900 pacientes con cáncer. “En la FALP es inconcebible que se realice una mastectomía y no se haga una reconstrucción con técnicas de vanguardia”, comenta.
Respecto a esas técnicas, el doctor Chahuán, detalla que parte de los cambios en técnicas reconstructivas es trabajar con el musculo pectoral, con el apoyo de mallas que permiten cubrir el implante porque le dan un mayor sostén y no hay necesidad de ocupar el musculo pectoral”, dice el cirujano.
También explica que las técnicas utilizadas son conservadoras, es decir, se privilegia la extirpación de parte del tumor con margen de tejido libre, no siendo necesario extirpar toda la mama. También están las de tipo oncoplásticas que son de aumento, reducción o de pexia que es levantar la mama en el mismo momento en que se hace la cirugía del cáncer, “entonces la paciente entra con cáncer pero sale de una forma renovada, entonces lo toma como algo favorable, porque salen mejor a lo que tenían antes de la enfermedad”, comenta Chahuán.
El primer residente de la subespecialidad también se toma el tiempo para destacar que “afortunadamente en la Fundación FALP el médico conoce a sus pacientes desde el minuto uno y lo sigue hasta que se le da el alta, lo que yo encuentro maravilloso. En la San Sebastián desde que empezamos se nos transmite la preocupación por el trato correcto y cercano – guardando tema médico paciente – pero siempre velando por la cercanía, lo que es un sello”, sostiene Rivas, quien asegura tener la convicción y seguridad de que en unos años este programa “estará en el tope de la ola en donde seremos los mejores probablemente”, asegura Rivas.
En el programa de mastología también se realiza investigación, entre ellas, se encuentra la próxima publicación científica de la técnica de reconstrucción mamaria de prótesis y malla. Además, en el Centro de Biología Celular y Molecular (CEBICEM), de la Facultad de Medicina y Ciencia USS, se están realizando distintas investigaciones, entre ellas, se estudia en pacientes del Centro de Salud USS, un gen proinflamatorio que determina que las células tumorales de mama sean más agresivas y más difíciles de tratar.
Para eso, analizan a partir de una muestra de ADN obtenida de un isopado bucal, un polimorfismo específico en un gen que pudiera determinar cuanto del producto de este gen, una proteína pro-inflamatoria y pro-tumoral, pudiera encontrarse en sangre.
Además, y considerando que la obesidad es un factor de riesgo en el desarrollo del cáncer de mama, se estudia la frecuencia de este polimorfismo comparando mujeres con peso normal con otras con síndrome metabólico. Esto último, con el objetivo de estudiar si este polimorfismo pudiera ser una marca genética de riesgo a la relación de obesidad con cáncer de mama. Los hallazgos podrían ofrecer herramientas tempranas que permitan identificar factores de riesgo, lo que ayudaría a realizar intervenciones tempranas en aquellas patologías con un fuerte componente inflamatorio como el cáncer de mama, explica Patricia Burgos, directora del programa de Doctorado en Biología Celular y Biomedicina USS.
Además, se están desarrollando otros proyectos y tesis relacionados a cáncer de mama, en el que participa un equipo conformado por Francisca Cruzat, estudiante del Programa de Magister en Biomedicina Molecular, Laura Hernández, estudiante del Programa de Doctorado en Biología Celular y Biomedicina, la Dra. Viviana Cavieres, postdoctorante ANID del CEBICEM lideradas por la Dra. Burgos, con un proyecto FONDECYT regular vigente, donde se enfocan en el estudio del cáncer de mama desde un punto de vista celular y molecular.
Específicamente estudian la contribución de genes específicos que permiten a las células tumorales adaptarse y sobrevivir en condiciones de estrés celular extremo. Al respecto, un cáncer de mama particularmente agresivo correspondiente al 30% de todos los cánceres de mama en Chile y el mundo, conocido como triple negativo o TNBC, es un cáncer que no responde bien a las terapias más comunes, con elevadas tazas de recurrencia y mortalidad. En este modelo TNBC y otros, estudian cómo estas células se vuelven rápidamente adictas a vivir estresadas analizando la contribución de estos genes específicos, entonces se estudia a través del análisis de estrategias moleculares frenar la acción de estos genes evitando así los mecanismos celulares de adaptación que permiten a estas células vivir y multiplicarse en respuesta a agentes pro-inflamatorios y genotóxicos.