Es fundamental que al tomar la decisión los estudiantes dimensionen la relevancia de la disciplina que están eligiendo.
Desde ayer y hasta mañana, los estudiantes interesados en ingresar a alguna de las universidades adscritas al Sistema Único de Admisión se enfrentan a la primera etapa de matrículas. Para muchos es un período complejo, lleno de dudas vocacionales e incertidumbres. En cambio, otros desde la infancia han tenido claridad respecto de la decisión que tomarán. Como sea, esta semana quedará marcada en la vida de estos muchachos que dan sus primeros pasos en la Educación Superior.
Las carreras del área de la salud, no tan solo en universidades sino también en institutos profesionales y centros de formación técnica, generan un alto interés entre los jóvenes por diversos factores. Vocación, empleabilidad, ingresos futuros y por supuesto interés por sanar al prójimo son motivos que los estudiantes sopesan al momento de optar por alguno de estos programas.
Nuestro país tiene complejos desafíos en materia sanitaria que, además de exigir cuantiosos recursos económicos, requieren a profesionales comprometidos, con un alto estándar ético, rigurosos y empáticos.
De acuerdo a cifras del Servicio de Información de Educación Superior, SIES, el año pasado poco más de 225 mil estudiantes estaban cursando carreras del área de la Salud, lo que corresponde al 19% de la matrícula de todo el sistema. De ese total, casi 157 mil jóvenes se forman en universidades. Un dato que demuestra el auge que han tenido estas carreras es que, entre el 2009 y el año pasado, se registró un aumento del 60% en la matrícula en esta área.
Según las estadísticas, las mujeres más que triplican la cifra de hombres en estos programas. El año pasado, 170 mil mujeres estaban estudiando una carrera del área de la Salud, en tanto, solo 54 mil hombres habían optado por este ámbito.
Es positivo que sea tanto el interés de los jóvenes por estas profesiones, las que permiten un desarrollo integral tanto desde el punto de vista técnico como humano.
Sin embargo, es fundamental que al tomar la decisión los estudiantes dimensionen la relevancia de la disciplina que están eligiendo. Nuestro país tiene complejos desafíos en materia sanitaria que, además de exigir cuantiosos recursos económicos, requieren a profesionales comprometidos, con un alto estándar ético, rigurosos y empáticos.
El envejecimiento de la población, el aumento de enfermedades crónicas como la diabetes, los altos índices de obesidad y sobrepeso, los problemas de salud mental y el cada vez más frecuente uso de drogas a edades tempranas requieren la labor de profesionales con una profunda vocación.
Las instituciones les entregarán los conocimientos y las herramientas técnicas a la vez que los ayudarán a desarrollar todas sus habilidades para que se conviertan en educadores, líderes y gestores en un ámbito tan importante como la salud de la población.
Los jóvenes que hoy se visualizan como futuros médicos, matrones, enfermeros, kinesiólogos, tecnólogos médicos, entre otros, tienen que saber desde ya que su labor deberá estar guiada por altos principios éticos y humanistas. Deberán preocuparse del bienestar integral de su paciente, la familia y el entorno. Les corresponderá ejercer en un contexto cada vez más tecnologizado en que la calidad de las relaciones humanas marcará la diferencia en cada atención. Las instituciones les entregarán los conocimientos y las herramientas técnicas a la vez que los ayudarán a desarrollar todas sus habilidades para que se conviertan en educadores, líderes y gestores en un ámbito tan importante como la salud de la población.
El camino no es fácil, pues esta área les exigirá tener siempre una actitud reflexiva, la capacidad de aprendizaje continuo, de comunicación y gestión. Un tremendo desafío que bien vale la pena abordar si consideramos que el bienestar de la población dependerá en gran medida de su profesionalismo.
Fernando Quiroga Dubournais
Vicerrector Sede Concepción
Universidad San Sebastián
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