Ante las brechas de aprendizaje que se han generado en los establecimientos, académico del Magíster en Alta Dirección de Instituciones Educacionales de la U. San Sebastián, entrega sugerencias a los equipos directivos sobre los desafíos en aprendizaje.
Este 2022 ha sido el año del retorno a la presencialidad tras la pandemia por COVID 19. Han sido momentos complejos para varios establecimientos educacionales, que han visto volver a sus estudiantes luego de dos años de modalidades virtuales completas o mixtas. Las formas de convivencia, los modales, el respeto, la violencia, entre otros, han sido temas que se repiten con fuerza.
Junto con el regreso a las aulas han retornado también las clases “normales”, donde los estudiantes avanzan en los aprendizajes decretados por el Ministerio de Educación. Tal como en 2020 y 2021, este año también hay una priorización curricular: los niños y jóvenes no abordan todos los aprendizajes que se trabajaban previo a la pandemia, sino sólo los contenidos “más importantes”, y se espera retomar el próximo año todas las materias, de forma gradual.
Sin embargo, la brecha que ha quedado en el aprendizaje de los estudiantes es significativa. En las clases presenciales, el profesor puede observar directamente si cada estudiante aprendió lo que se le enseñó, todos pueden aclarar sus dudas y seguir avanzando en sus aprendizajes clase a clase, sin quedar con mayores interrogantes.
En las evaluaciones del MINEDUC, realizadas en 2021, sobre cuánto realmente han aprendido nuestros estudiantes, se ha evidenciado que los aprendizajes no se han logrado cabalmente, en promedios nacionales. Entonces, ¿cuáles son los desafíos que impone esta realidad a los establecimientos?
Para Jesús Soto, Director Nacional del Magíster en Alta Dirección y Gestión de Instituciones Educacionales de la Universidad San Sebastián, los principales desafíos que los directores y equipos directivos de los establecimientos deberían tomar son: