La comuna de la provincia de Ñuble fue la escogida este año para la clásica intervención solidaria, nacida desde las pedagogías de la sede Concepción pero con voluntarios de más carreras sebastianas.
Veintiséis voluntarios de pedagogías de la Facultad de Ciencias de la Educación, junto a alumnos de carreras de la salud y Enfermería, y de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, entre otros, dieron vida a la tercera versión “Invierno” de las tradicionales Escuelas, que por segundo año consecutivo eligieron a Coelemu como epicentro.
“El Proyecto Escuela USS nació el 2013 en nuestra sede, con el objetivo de brindar una instancia pedagógica que otorgue un espacio de entretención en vacaciones para niños y jóvenes de distintas localidades, principalmente rurales, de la región del Biobío”, cuenta Diego Soto Susperreguy, alumno de Pedagogía Media en Inglés y uno de los organizadores de la actividad.
Los sebastianos se alojaron en el Internado Municipal de Coelemu, permaneciendo por nueve días en la localidad. “Se trabajó de lunes a domingo en el Liceo Juan Martinez de Rozas”, señala Diego Soto, quien cuenta que el proyecto se ve principalmente sostenido por el apoyo de la Fundación VivEducando, “que se encarga de la correcta coordinación del proyecto, la formación de los monitores, programación de la actividad, gestión de redes de contactos y financiamiento, en caso de ser necesario”, expresa el sebastiano (la mesa directiva de Fundación VivEducando está integrada por voluntarios, todos alumnos de la USS).
El alumno de Pedagogía de la USS también hace hincapié en la buena disposición del Departamento de Educación Municipal de la Municipalidad de Coelemu, “que conocen y confían en el real aporte de este proyecto, realizando un aporte directo en términos de transporte, alojamiento y alimentación”, cuenta. La Universidad San Sebastián, a través de su Facultad de Ciencias de la Educación, subsidia materiales a utilizar durante el desarrollo de las Escuelas, y la Dirección de Asuntos Estudiantiles también realiza aportes para alimentación de voluntarios.
75 beneficiados y sus familias
Todas las actividades pedagógicas realizadas en el proyecto “Escuela de Invierno USS” son planificadas previamente por cada uno de los voluntarios postulantes, siendo revisadas por el Equipo de Coordinación y “ordenadas de tal manera de dar temáticas específicas a cada día, por ejemplo, “Día de Historia”, “Día del Medioambiente”, “Día del Lenguaje”, entre otros. Se intervino a un promedio de 75 niños por día, provenientes de los tres colegios de la localidad”, cuenta Diego Soto.
La idea es que a través de una instancia de entretención los niños siempre se confronten con un trasfondo pedagógico, en cada uno de los eventos desarrollados. “Vale destacar que desde la génesis de este proyecto se ha buscado ofrecer la educación desde un punto de vista alternativo, distinto a la visión que conocemos como tradicional’ de la educación”, agrega el estudiante USS.
“No puedo dejar de señalar que éste es el mejor voluntariado que he conocido, en términos de organización y entrega, y me doy la libertad de hablar con autoridad, ya que en mi vida he participado en más de 15 voluntariados distintos. Todos los niños se van con una sonrisa en la cara y nuevos aprendizajes en su cabeza, que finalmente resumen las palabras objetivo de éste proyecto: jugar y aprender”, reflexiona Soto.
“Creo fielmente que necesitamos una mirada crítica a la educación, y no sólo los futuros educadores sino todos los futuros profesionales (ya que la educación viene de todos los lugares), mirada crítica que nos tiene que hacer probar, buscar y querer mejorar la educación, y entender que la felicidad y la cercanía que se puede generar con un estudiante son herramientas válidas y necesarias para mejorar el futuro de un niño. El proyecto también nos hace entender la importancia de la familia para el desarrollo educativo, ya que también trabajamos un par de veces a la semana con los apoderados”, establece el futuro profesor.
“Desde su génesis el proyecto ha tenido un lema, “Sembrar Esperanza”, frase que se hace patente en la alegría de los niños pero quizá aún más en los voluntarios, que luego de esta experiencia entienden a cabalidad la responsabilidad que conlleva el tener un título profesional y cómo pueden, más que nadie, construir un mejor mañana”, puntualiza el sebastiano.