“Hoy puedo decir que sé navegar una embarcación a motor y a vela”. Esta breve frase del estudiante de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo, Ignacio Donoso, da cuenta de lo que significó navegar a bordo del Centinela I, embarcación de la U. San Sebastián que se empleará para fines académicos, de investigación y vinculación con las comunidades.
Ignacio, junto a otros siete compañeros, vivieron una travesía de diez días con la guía de tres docentes y el capitán de la embarcación. Uno de los académicos que participó de esta travesía fue Pascal Cartes, quien destaca que fue “una experiencia enriquecedora desde el punto de vista del aprendizaje en navegación y el trabajo en equipo”.
“Es primera vez que zarpamos con todo un curso. En cuanto a la navegación se aprendieron muchas cosas y fue potente porque para varios de ellos era la primera vez que estaban en el Centinela I y fuimos conociendo la embarcación, haciendo ajustes y realizando maniobras de emergencia”, comenta Pascal.
El recorrido en sí fue fruto de un estudio y planificación realizado en conjunto por los docentes y estudiantes. Desde el momento del zarpe en la Marina del Sur en Puerto Montt, el viaje estuvo cargado de grandes emociones y la aplicación de conocimientos en cartografía, itinerarios de navegación y leyes marítimas, entre otros.
Catalina Zúñiga, estudiante a bordo, detalla cómo se organizaron. La tripulación se dividió en tres grupos cuyos roles iban rotando, para que así todos aprendieran las distintas labores y asumieran su responsabilidad. “A las 12 de la noche se hacía el cambio. Rotamos entre el rol de tripulante, el de cabina -donde tocaba cocinar y ordenar-, y el de navegante, entregando indicaciones al capitán. Así todos pasamos diferentes situaciones, días con viento, días donde había oleaje y otros que no; días con más hambre y otros menos”, narra Catalina.
Ninguno de los estudiantes de esta travesía en Centinela I había estado tantos días en el mar anteriormente ni había tenido la oportunidad de recorrer tantas islas y recodos de nuestro país a los que solamente se puede acceder desde el agua. “Es una experiencia muy linda para las generaciones futuras, para aprender más sobre el mar, no sólo la navegación. En el mar la vida se siente distinto y con el paso de los días uno va aprendiendo a observar, a valorar el paisaje, los animales”, reflexiona Catalina.
Próximamente zarparán otros grupos de estudiantes y se espera que en el verano, se inicien las expediciones científicas. Al respecto, Verónica Píriz, directora de la carrera de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo, sede De la Patagonia, señala que se realizará un curso de capacitación a la tripulación para la toma de muestras de agua, con el fin de realizar análisis de identificación microbiológica y caracterización fisicoquímica. “El objetivo a futuro es que en las salidas de Centinela I cada tripulación pueda tomar muestras que sirvan, por ejemplo, para detectar floraciones algales, caracterización de parásitos marinos, estudios de calidad de agua y presencia de microplásticos”, explica la académica.