En el libro de Ediciones USS, Marcela Cubillos, ex ministra de Educación, junto a José Pablo Núñez, Ana Luz Durán, Víctor Ruiz, Fernando Peña, Jorge Barrera, Julio Isamit, José Francisco Lagos y Felipe Alegría, desglosan los efectos de la profunda reforma a la educación que se impulsó durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. En el caso de Cubillos, dedica un capítulo a la Ley de Inclusión (N° 20.845) que, entre los puntos que generan controversias, está el nuevo sistema de admisión a los establecimientos financiados por el Estado.
-¿Cuál es el aporte del libro a la comprensión de la Reforma Educacional?
En Chile se ha hecho común hacer grandes cambios estructurales y después dejar de evaluarlos. Lo hemos visto con la reforma tributaria, con la reforma procesal penal, las reformas electorales y también en materia educacional. Con este libro lo que buscamos es ayudar a entender y a evaluar los efectos que ya están produciendo estas transformaciones. Para lograrlo nos reunimos diez personas vinculadas con la educación para hacer el ejercicio, que muchas veces no se hace, de analizar cómo se están implementando estas modificaciones.
-El fin a los procesos de admisión en establecimientos financiados por el Estado, ¿es uno de los grandes dolores de la reforma?
Sin duda es uno de los aspectos más dañinos. El reemplazo por el Sistema de Admisión Escolar (SAE), centralizado en el Ministerio de Educación, dista del objetivo de eliminar la discriminación en estos procesos. Por el contrario, se aumentó el sesgo y se generó una tremenda injusticia. Chile requiere un sistema de educación pública parejo y de calidad. Mientras eso no exista no se puede suprimir el esfuerzo personal como criterio de admisión para Enseñanza Media, cuando hay más postulantes que vacantes. Como ministra de Educación me tocó conocer de cerca el drama de un alto porcentaje de estudiantes que no lograba obtener un cupo en el establecimiento de su preferencia. Recuerdo con especial afecto a unas mellizas de Copiapó que tenían promedio 7 en octavo básico y no quedaron en el liceo al que postularon. Muy humildemente me dijeron “nuestro colegio es bueno, pero queremos más”. Con todo derecho ellas querían y merecían más.
-La Ley de Inclusión ¿dejó en desventaja a los Liceos Emblemáticos?
Los Liceos Emblemáticos lograban diversificar las élites y contribuían a que jóvenes de menores recursos pudieran acceder a las mejores universidades de Chile. Competían a la par con los mejores colegios particulares pagados. Eran un instrumento efectivo de movilidad social, sin embargo, el fin a la selección provocó que la sociedad no tenga ningún ascensor meritocrático. Se buscaba igualar la cancha y erradicar las ventajas que obtendrían los jóvenes que se educaran en este tipo de establecimientos, pero esto es nivelar hacia abajo en su máxima expresión. Quienes vienen de un contexto de pobreza o son parte de la clase media emergente jamás podrán lograr mayores oportunidades gracias a su esfuerzo personal.
-Los efectos de la reforma ¿van en contra de la libertad de enseñanza?
Con la Ley de Inclusión se pretendía instaurar el principio de no selección, argumentando que son las familias las que eligen el establecimiento donde se educarán sus hijos y no los colegios los que escogen a las familias. En la práctica no es así. El actual sistema de admisión sí limita la libertad de enseñanza, pues provoca una nueva tensión entre la libre elección de los padres y el derecho de los establecimientos a resguardar sus proyectos educativos.
-¿Cómo podemos avanzar en la reducción de brechas?
El verdadero drama en Chile es que tenemos niveles de desempeño muy bajos entre los estudiantes más vulnerables. Esto se debe a una baja calidad en la educación que se ofrece. Para ello es fundamental focalizar recursos en la educación temprana, de modo de disminuir las brechas que se producen al inicio de la etapa escolar. Actualmente, un niño de una escuela con buen desempeño aprende en primero básico lo que uno que estudia en otra con malos resultados aprende recién en cuarto.
-¿Es necesaria una contrarreforma?
Se necesita con urgencia empujar mejoras a la reforma y lo que buscamos con este libro es establecer cuáles deberían ser los ejes centrales. Sin duda, uno de ellos debe ser que los procedimientos se hagan escuchando a los apoderados y padres de las familias, nunca más sin ellos. Diseñar un sistema en oficinas para dirigir trayectorias educativas de los hijos de otros no fue, a mi juicio, un buen camino. Padres y profesores deben estar mil por ciento involucrados en lo que se quiera hacer hacia adelante.