Santiago Aránguiz y los nuevos desafíos para el Instituto de Historia

Sus principales objetivos son potenciar la Licenciatura y el Doctorado en Historia, además de continuar con la publicación de los nuevos tomos del proyecto Historia de Chile 1960-2010, que ya suma nueve entregas.

A sus 45 años, Santiago Aránguiz Pinto cuenta con una robusta experiencia profesional de más de 20 años. El doctor en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile es autor de varios libros y se especializa en temas como: cultura política de las izquierdas en Chile, recepción de la Revolución Bolchevique en el mundo socialista, comunista y anarquista, intelectuales, prensa obrera, revistas culturales, movimientos estudiantiles y la “generación de los 20’s”, entre otros temas.

A lo largo de su carrera profesional ha sido ayudante de investigación en el CIDOC (Centro de Investigación y Documentación) de la Universidad Finis Terrae, trabajó en el Ministerio Histórico de la Cancillería y posteriormente inició su camino por la docencia en varias universidades chilenas. En marzo de este año asumió como nuevo director del Instituto de Historia, perteneciente a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales USS.

-¿De dónde viene su vocación por la Historia?

De mi padre y mi madre. Ambos son historiadores y profesores de historia. Fundamentalmente seguí el camino de mi padre, que fue historiador e investigador. Trabajó toda su vida en la Pontificia Universidad Católica. Él me impulsó a conocer el mundo de los libros, de las ediciones, de los archivos, de los documentos y del trabajo intelectual. Por su parte, trabajaba historia colonial chilena, pero yo me dedico más a temas de historia contemporánea.

Soy un obsesionado de la década de 1920, me fascina esa época, por el tema de las vanguardias, las revoluciones, las transformaciones culturales y políticas. Comencé estudiando a los estudiantes, la Federación de Estudiantes de Chile (FECh) y luego pasé a sectores obreros e intelectuales. Esa triada es fascinante porque está vinculada a temas ideológicos, a la Federación Obrera de Chile (FOCh), al Partido Comunista, al anarquismo y a muchos otros temas que confluyeron durante el período de entreguerras.

-¿Cómo se siente al asumir la dirección del Instituto de Historia USS?

Lo asumo muy bien. Antes realicé funciones de gestión en otra casa de estudios por 15 años, como secretario de estudios y coordinador académico. Me gusta la combinación de gestión e investigación. Sigo escribiendo, continúo publicando, voy permanentemente a la Biblioteca Nacional y sigo haciendo lo que hago, que es ser investigador.

-¿Cuáles son sus principales objetivos en el cargo este 2024?

Buscaremos fortalecer la Licenciatura en Historia para que sea un programa atractivo y competitivo frente a otros establecimientos educacionales. Queremos imprimirle un sello metodológico y teórico. El otro gran desafío es ponerle acento al programa del doctorado en Historia. Ha ido avanzando muy bien, está acreditado y es necesario seguir impulsándolo.

Además, existe el proyecto “Historia de Chile 1960-2010”, que lleva varios años en proceso. Se han publicado nueve tomos y es una obra muy importante ya que participan muchos historiadores del instituto. El trabajo de los próximos tres volúmenes se concentrarán en la segunda parte del período de Augusto Pinochet. Los libros continuarán abordando el periodo desde las dimensiones política, social, económica, considerando el rol de la Iglesia, entre otras. Al mismo tiempo, la idea es crear otros proyectos editoriales y de investigación que involucren a los demás académicos del Instituto. Por ejemplo, estoy pensando en una historia del siglo XIX chileno.

-¿Cuáles son sus proyecciones sobre el emblemático proyecto “Historia de Chile”?  

La idea es que el proyecto culmine investigando hasta el año 2010. Esto es algo poco usual, ya que por lo general los historiadores no estudian periodos tan recientes. Eso mismo lo convierte en un ejercicio interesante. Los procesos avanzan más rápido y las interpretaciones también, porque se harán entre este y próximo año. Existe la idea de que en historia debe pasar un cierto período de tiempo para estudiar o analizar, un poco por mantener la ‘objetividad’. Aunque yo, de partida, no creo en la objetividad histórica. Acá lo que hay son interpretaciones o miradas y estas por naturaleza son subjetivas. Es lo que también se conoce como ‘hermenéutica’.

-¿En qué investigaciones se encuentra actualmente trabajando?

Acabamos de lanzar junto a una veintena de historiadores de todo el continente los tomos III y IV de “Los comunismos en América Latina”, el cual comprende el período de Guerra Fría, entre 1948 y 1991. Editar estos dos nuevos volúmenes junto a Patricio Herrera fue el fruto de un trabajo que se inició previo a la pandemia. Ahora estoy trabajando en dos libros más y probablemente se publiquen entre 2025 y 2026.

Uno es sobre la relación entre la Revolución Bolchevique y el anarquismo en Chile, entre 1917-1927, que está bastante avanzado, y el otro es un libro colectivo sobre el mismo tema donde participo como coordinador-editor, de un equipo de quince académicos extranjeros. Además, este último aborda un período de tiempo más amplio, hasta la década de 1950.

Si bien, ambos tienen que ver con investigar la mirada del mundo anarquista, el cual es heterogéneo y diverso, sobre el comunismo soviético, en el segundo libro se profundiza sobre la figura de Stalin y el estalinismo. También contribuyo con un capítulo donde examino la mirada crítica de la militancia libertaria y anarcosindicalista sobre la Rusia Soviética y el régimen estalinista, temas que prácticamente no han sido analizados por la historiografía chilena.

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