Aunque para muchos es sinónimo de “mini vacaciones”, para otros Semana Santa es un período de religiosidad y tradiciones. Especialmente en sectores lejanos a las grandes urbes, vía crucis, procesiones, adoración de imágenes y un sinfín de rituales alzan estos días como los más importantes del cristianismo.
Carlos Maillet, director de la Licenciatura en Arte y Conservación del Patrimonio de la U. San Sebastián explica que el Patrimonio Cultural Inmaterial referido al culto de Semana Santa en Chile tiene su origen en la religión católica, que fue asimilada en el país durante la época de la colonia. “Muchas de las celebraciones tienen sus raíces en las costumbres españolas con un sincretismo de gran riqueza con los pueblos originarios”, apunta el académico.
Una de las tradiciones de patrimonio cultural inmaterial más populares en es la procesión del Viernes Santo, en la que se lleva en andas una imagen de Cristo crucificado por las calles de las ciudades y pueblos. También es común la representación de la Pasión de Cristo en diversas localidades, que incluye la recreación de escenas como la Última Cena, el juicio de Pilatos y la crucifixión.
En algunas regiones de Chile se llevan a cabo otras prácticas religiosas, como la peregrinación al santuario de la Virgen del Rosario de Andacollo (Coquimbo), o la visita a la tumba del Padre Hurtado en Santiago, quien es considerado un santo popular en nuestro país.
Durante la Cuaresma, que es el período de 40 días que precede a la Semana Santa en el culto, los católicos se abstienen de comer carne los viernes como una forma de penitencia y en recuerdo del sacrificio de Cristo en la cruz, que significa un símbolo de entrega, pasión y reconocimiento de amor, desde el punto de vista tradicional. Sin embargo, la Iglesia Católica permite el consumo de pescados y mariscos, por lo que éstos se han convertido en una alternativa popular.
Los mariscos como los ostiones, las almejas, el loco, los erizos y los camarones son muy apreciados y se utilizan en la preparación de platos típicos de la Semana Santa, como la cazuela de mariscos y el curanto, inclusive son parte de encuentros comunitarios y un patrimonio inmaterial vivo.
El Conejo de Pascua es un personaje folclórico que se asocia con la celebración de la Pascua en muchos países, especialmente en aquellos de habla inglesa y alemana (nórdicos de Europa).
La historia del Conejo de Pascua se remonta a la antigua tradición de los germanos de adorar a la diosa Eostre, deidad de la primavera y la fertilidad. Según la leyenda, Eostre encontró un pájaro herido y lo transformó en un conejo para que pudiera sobrevivir. Como el conejo había sido un pájaro, todavía podía poner huevos, y así comenzó la tradición de los huevos de Pascua.
La costumbre de regalar huevos decorados durante la Pascua se extendió por Europa y luego llegó a América con los inmigrantes europeos. Con el tiempo, el Conejo de Pascua se convirtió en un personaje popular en la cultura americana.
En muchas partes del mundo, incluyendo América Latina, las tradiciones de Semana Santa tienen una gran importancia cultural (patrimonio inmaterial) y religiosa. Sin embargo, algunas de estas tradiciones están en riesgo de desaparecer debido a diversos factores, como el cambio cultural y social propio de la época contemporánea.