En las palabras de Tomás Pérez-Acle, vicerrector de Investigación y Doctorados de la USS se distinguen dos dimensiones claras: el valor de la docencia y una mirada amplia y abierta sobre el mundo. Biólogo de formación y Doctor en Biotecnología, ha construido su camino en la ciencia mediante la búsqueda de respuestas a preguntas fundamentales, explorando la aplicación de tecnologías computacionales avanzadas al estudio de fenómenos biológicos y la comprensión de la vida en sus distintas escalas.
Como director del Centro Basal Ciencia y Vida y del Doctorado en Biología Computacional, ha liderado iniciativas con un marcado enfoque de investigación inter y transdisciplinaria; es decir, combinando disciplinas para abordar problemas complejos que trascienden los límites tradicionales del conocimiento. Por ejemplo, uniendo biología, computación y sociología para analizar el efecto de los flujos de información durante la dispersión de enfermedades infecciosas.
Hoy, canaliza esta experiencia hacia la gestión académica, asumiendo el cargo de vicerrector de Investigación y Doctorados de la Universidad San Sebastián (USS). “Lo que más me motiva es el impacto directo que una universidad como la nuestra puede tener en la vida de los estudiantes y sus familias”, señala, bajo la premisa de que la educación y la investigación son la mejor forma que tenemos de comprender el mundo actual, construir una sociedad más equitativa y contribuir al bienestar de las personas.
En esta entrevista, aborda temas como el rol de la Universidad y los próximos pasos de la investigación en la USS, proyectos que tienen en su centro la formación de personas íntegras y preparadas para los grandes desafíos de nuestro tiempo, tanto individuales como globales.
¿Cómo describirías tu vínculo con la Universidad San Sebastián?
Mi vínculo con la Universidad tiene una dimensión personal, porque crecí en un entorno donde el acceso a la educación superior no era una posibilidad cercana. Ser primera generación universitaria da una perspectiva clara sobre lo que significa la movilidad social; me permite conectar con muchos de nuestros estudiantes y entender el impacto que la educación puede tener en sus vidas y sus familias. En la Universidad San Sebastián, esa movilidad se concreta de manera tangible, reflejando un compromiso por abrir oportunidades y generar cambios significativos.
¿Cómo percibes la responsabilidad de la conducción de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados, y el papel de la investigación en el contexto universitario?
La responsabilidad es alta, porque junto con entregar un título, debemos asegurarnos de que los estudiantes adquieran las herramientas necesarias para enfrentar un mundo lleno de desafíos complejos, tanto para ellos como para su entorno. En clases, siempre les digo que obtener buenas notas no sea su único foco, sino que comprendan la importancia del aprendizaje en sí mismo. En ese sentido, la investigación en una universidad tiene un rol gravitante más allá de los laboratorios, que debe permear todas las disciplinas. Es la base para el pensamiento crítico, el cual nos permite cuestionar, reflexionar y construir soluciones con perspectiva, entendiendo los problemas que nos presenta la vida y los propios del mundo actual, como el cambio climático o las pandemias. Es vital que los estudiantes, sin importar su carrera, estén expuestos a este enfoque, porque de esa manera estarán mejor preparados para contribuir activamente a su entorno próximo y a la sociedad.
¿Hacia dónde apunta la investigación en la Universidad San Sebastián en los próximos años?
El principal objetivo es transitar hacia una universidad de investigación. Hoy somos una universidad con investigación, pero aspiramos a que esta esté presente en todos los aspectos del quehacer académico: en la docencia, en el desarrollo curricular, en la creación de programas académicos, en la transferencia de conocimiento a la sociedad, entre otros. Al mismo tiempo, estamos avanzando hacia proyectos de mayor envergadura y complejidad, como los proyectos asociativos interdisciplinarios, fortaleciendo también nuestras capacidades de creación de conocimiento transdisciplinar, necesario para abordar problemas globales multidimensionales, como el cambio climático o las próximas pandemias. Sabemos que esto no es fácil, pero tenemos la capacidad y el compromiso para lograrlo.
¿Cómo ves la investigación en regiones y la equidad territorial en este ámbito?
La equidad territorial es un desafío constante que requiere un enfoque desde las necesidades específicas de cada territorio. No se trata de buscar uniformidad, sino de garantizar que todas las sedes de la Universidad estén preparadas para responder a sus contextos locales con pertinencia y relevancia. Esto implica conocer las capacidades existentes, identificar brechas en infraestructura, capital humano y vinculación territorial, y trabajar para satisfacer esos requerimientos. Alineadas con el proyecto educativo global de la Universidad, las sedes deben contribuir desde su especificidad al desarrollo de una investigación pertinente y con impacto. Este equilibrio entre lo local y lo institucional es clave.
¿Qué mensaje quisieras compartir?
Lo que más me motiva al pensar en el futuro de la Universidad es el impacto directo que una institución como la nuestra puede tener en la vida de los estudiantes y sus familias: podemos ayudar a cambiar Chile formando profesionales íntegros, capaces y con pensamiento crítico, buenas personas. Ese impacto solo se logra con el aporte de todos, desde nuestras respectivas áreas y responsabilidades —ya sea en la docencia, la gestión, la investigación o la vinculación con el entorno— trabajando juntos por un proyecto común.