El Llanquihue es un lago de origen glaciar que se ubica en la Región de Los Lagos, con una superficie de 870,5 kilómetros cuadrados. Es el segundo más grande del país después del lago General Carrera (Región de Aysén) y se caracteriza por su intenso color azul.
Recibe su nombre del mapudungun Llanquyn-we (lugar hundido). Su ribera alcanza una extensión de 196,5 kilómetros de longitud, y se ubica en los 41°08′ Latitud Sur y 72°47′ Longitud Oeste (punto central de referencia), a 51 msnm., entre las provincias de Osorno y Llanquihue. Su profundidad promedio se ha calculado en 182 metros, pudiendo alcanzar un máximo de 317 m.
El lago almacena un volumen de agua de 158,6 km³ y tiene como único desagüe el río Maullín. La renovación de sus aguas se estima en 74 años.
Al igual que otros cuerpos de agua presentes en la zona centro sur de nuestro país, el ecosistema del lago Llanquihue está siendo impactado por los fenómenos de cambio climático y la acción directa del hombre, por lo que es necesario avanzar en crear conciencia sobre el cuidado y uso sostenible del lago, a partir de la generación de nuevo conocimiento, la educación y la difusión.
El lago actualmente se encuentra en un estado oligotrófico, es decir, goza de buen estado de salud, debido fundamentalmente a su gran volumen de agua y pequeño tamaño de su cuenca, lo que implica una buena oxigenación de sus aguas, cristalinas, con bajas concentraciones de nutrientes y, por consecuencia, baja producción de algas.
Sin embargo, esta buena salud puede deteriorarse severamente debido a la intensa presión de uso de sus aguas, poniendo en riesgo a calidad del acuífero, a causa del potencial impacto de las actividades antrópicas generadas en el lago mismo o en su ribera inmediata, pudiendo transformarse en un cuerpo de agua eutrófico, con baja oxigenación, alta concentración de sedimentos, alta productividad de plantas acuáticas y algas, con aguas poco cristalinas y hedor por descomposición de material orgánico.
El uso del suelo en la cuenca del lago varía desde zonas de bajo impacto, como las que están con protección oficial del Estado como el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales y la Reserva Forestal Llanquihue, a otras zonas de mayor impacto asociadas a las concentraciones urbanas y a las actividades antrópicas.
La cuenca del lago alberga una población de 89.596 habitantes (Censo 2017) en las cuatro comunas ribereñas de Puerto Varas, Llanquihue, Frutillar y Puerto Octay, y a ello se suman los más de 300 mil turistas que visitan cada año la zona, poniendo una enorme presión no solo por el uso del recurso, sino también por el desarrollo de las actividades económicas como agricultura, ganadería, silvicultura, acuicultura, la actividad turística y deportiva, además del impacto de los habitantes ribereños.
Dentro de las presiones que afectan a la cuenca se encuentran la descarga de residuos líquidos contaminantes, residuos sólidos, alteración de la biodiversidad, alteraciones hidrogeomorfológicas, extracción de agua, cambio climático, desarrollo económico, contexto social y político, y escasa planificación territorial.
Es necesario avanzar en la creación de conciencia sobre el cuidado, conservación, uso y desarrollo sostenible del recurso, a partir de la generación de nuevo conocimiento, educación y difusión, para preservar su valor ambiental, paisajístico, patrimonial y económico, y evitar deterioro del ecosistema, la perdida de la belleza del paisaje, el riesgo para la salud de las personas, y la perdida de la reputación turística.